ESTRUCTURA
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Hacia fines de la década del 20 y recién en la década del 30 la Historia Clínica registra novedades significativas: un doble diagnóstico: provisorio en la admisión definido por una nosología funcional, y otro diagnóstico definitivo en la internación con nosografía clásica. Este cambio de enfoque se relaciona con la presencia de Gonzalo Bosch en el área de admisión del Hospicio a partir de 1930.
En la admisión se clasifica al paciente con “síndromes, episodios o estados” en un diagnóstico presuntivo. Luego, en el diagnóstico definitivo, se regresa a los criterios psiquiátricos clásicos. En las anotaciones de los médicos por primera vez es tomado en cuenta el testimonio personal del paciente. Se presentan preguntas tales como “¿cómo se siente?” contestadas de puño y letra por los mismos pacientes. Estos escritos firmados contienen no una trascripción indirecta de lo dicho por el paciente, que era muy frecuente a principios de siglo, sino su propio testimonio. También se adjuntan a las historias clínicas cartas que los pacientes y familiares dirigen a los médicos de la internación. Al final de la Historia se adjunta un “Diario abierto” que consigna los principales eventos registrados por los médicos y enfermeros. En este período se produce una reducción de la Anamnesis a Antecedentes personales y familiares. En general, la historia clínica se acorta: El Examen físico, neurológico, psíquico, clínico se compacta significativamente en un ítem global y se expanden ítems como Evolución y en especial Tratamiento que enfatizan la idea de enfermedad como decurso con una actitud activa durante el tratamiento y un desenlace posible (fecha de externación). |